Miércoles Blog: La Odisea
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Después de mi viaje a Francia, aún con la energía de las clases y los bailes en la piel, me tocaba regresar a casa.
Había sido una semana preciosa: risas, ritmo, nuevos rostros, y esa sensación de libertad que solo siento cuando enseño y bailo.
Pero el regreso… el regreso fue otra historia.
Salí de Burdeos en un bus nocturno, convencida de que podría dormir un poco. Error.
Me tocó compartir asiento con una persona que olía tan fuerte que parecía una prueba de resistencia espiritual. Entre los ronquidos, los pedos y el vaivén del autobús, no dormí nada.
A las seis de la mañana ya estaba despierta, muerta de sueño, rumbo a Calafell.
Mi abuela y mi tía me esperaban con una alegría que me derritió. Me abrazaron con ese amor incondicional que te hace sentir en casa, aunque solo sea por un día.
Pasamos momentos preciosos, hablando, riendo, comiendo, recordando.
Pero el tiempo voló, y llegó el día de volver a Valencia.
En las noticias hablaban de tormentas, pero yo no había recibido ninguna alerta de Renfe, así que pensé que todo estaba bajo control. Hasta que mi novio, muy sabiamente, me dijo:
—“Llama por si acaso”.
Y lo hice.
Y sorpresa: no hay trenes, estamos esperando confirmación.
Mi tren era a las 20:30, y solo el trayecto de Calafell a Barcelona ya duraba una hora. ¿Y si lo cancelaban a última hora? ¿Y si me quedaba tirada?
Con el corazón a mil, compro una plaza en BlaBlaCar.
Y justo cuando creí que todo se solucionaba, ¡se cancela! Posible estafa. La conductora quería que pagara fuera de la app, por un enlace. Ahí ya casi lloro.
Encuentro otro BlaBlaCar, llamo al conductor como si fuera mi última esperanza:
—“Por favor, espérame. Estoy en el tren hacia Barcelona, pero llego tarde”.
Él salía de Sabadell a las 17:30. Eran las 16:00. Iba justa.
Pero el hombre, bendita su paciencia, me esperó.
Llego cuarenta minutos tarde, sin aliento, pero al fin, rumbo a casa.
La lluvia caía en la carretera y yo miraba por la ventana, agotada pero en paz.
A veces la vida te mete en estas pequeñas pruebas, como si te dijera:
"¿De verdad quieres llegar donde sueñas? Entonces aguanta un poquito más."
Y lo hice.
Llegué a Valencia tarde, pero con el corazón lleno.
De cansancio, sí, pero también de gratitud.
Espero que vuestro martes haya sido más suave que el mío.
Y si no, que al menos hayáis aprendido algo del caos, igual que yo.
Nos leemos el próximo miércoles blog.
Con cariño,
Loredana 💋